8 de diciembre de 2013

Dispersión Corporal

La imagen que me regala el espejo (no sé si es mía o de quién) empieza a deformarse. Las líneas de mis labios se vuelven formas psicodélicas en permanente movimiento, y mis ojos vuelan por fuera del marco de mi rostro. Mi mano se mueve prácticamente sola, dibujando algo que perdí hace tiempo. Intentando recuperar con el maquillaje la unidad de mi imagen, la línea de mi sonrisa, el reconocimiento de mi misma.

“Why so serious, my dear?” es una frase que ya se volvió cliché, y que alimenta los pensamientos febriles que alientan a mi mano temblorosa a dibujar líneas. Finas líneas tan borroneadas, dispersas. Mientras que mi cuerpo empieza a desintegrarse, mis extremidades están ya muy lejos, mi cuerpo se siente casi como si estuviese hecho de humo, humo disperso y unido a la vez, ambivalencia.

Soy ahora una cantidad inmensa de partículas diseminadas en el espacio, en el aire y en el suelo, sobrevolando la habitación lentamente juntándose y separándose, todo a la vez. Mi cuerpo está en todas partes y en ningún lado a la vez.
No hay arriba, no hay abajo, no hay adentro, no hay afuera, no atrás ni adelante. No hay posibilidad de ir a ninguna dirección.

No hay comentarios: