8 de diciembre de 2013

Dispersión Corporal

La imagen que me regala el espejo (no sé si es mía o de quién) empieza a deformarse. Las líneas de mis labios se vuelven formas psicodélicas en permanente movimiento, y mis ojos vuelan por fuera del marco de mi rostro. Mi mano se mueve prácticamente sola, dibujando algo que perdí hace tiempo. Intentando recuperar con el maquillaje la unidad de mi imagen, la línea de mi sonrisa, el reconocimiento de mi misma.

“Why so serious, my dear?” es una frase que ya se volvió cliché, y que alimenta los pensamientos febriles que alientan a mi mano temblorosa a dibujar líneas. Finas líneas tan borroneadas, dispersas. Mientras que mi cuerpo empieza a desintegrarse, mis extremidades están ya muy lejos, mi cuerpo se siente casi como si estuviese hecho de humo, humo disperso y unido a la vez, ambivalencia.

Soy ahora una cantidad inmensa de partículas diseminadas en el espacio, en el aire y en el suelo, sobrevolando la habitación lentamente juntándose y separándose, todo a la vez. Mi cuerpo está en todas partes y en ningún lado a la vez.
No hay arriba, no hay abajo, no hay adentro, no hay afuera, no atrás ni adelante. No hay posibilidad de ir a ninguna dirección.

Soy un cofre.

Mirando fijo, la nada. Sintiéndome vacía, sintiendome nada. Mirandome a mi misma, viendo como mi vida se consume en el dolor, como mi cuerpo se desintegra en cada lágrima.
Estoy inmóvil, tiesa, muerta.

Y aunque nada esté haciendo mi piel se desgarra sola para que el dolor de todo el mundo, guardado dentro de mi, florezca.

Soy un cofre cerrado hace años. Soy el cofre que guarda las peores cosas del mundo. Soy el cofre donde la humanidad guardo toda su oscuridad, su podredumbre, sus vergüenzas, sus dolores, sus sufrimientos. Todas las intensidades del mundo estan guardadas dentro de mi. Soy un cofre a punto de estallar. Soy una bomba de tiempo en la recta final.
Ni una sola brisa corretea entre los arboles, es la calma antes de la explosión. Esa nada dentro de mi, esta velando la masa de sangre y dolor que late en mi interior. Mientras que las lineas se van dibujando en mi piel, mientras que mi piel se vá abriendo paso a paso, milimetro a milimetro, en silencio.
Los secretos mas horribles de éste mundo, guardados hace años.
Yo soy la caja de pandora, y mi piel son sus paredes.
Cada gota de sangre que cae al suelo destruye al mundo un poco mas con su propio veneno.

8/12/2013

Siento que la sangre no puede circular, no se si los latidos se hicieron mas lentos pero mas fuertes tanto asi que la sangre se agolpa en mis arterias dificultando su propia circulación, o si  se volvio tan espesa y pesada que apenas cruza por las venas; pero duele.

Tengo los dedos entumecidos, y mi brazo izquierdo duele:
Me duele el pecho, me duele el corazón.
Me duele el miedo a estar muriendo, me duele el dolor.
Me duele la soledad, me duele mi país, me duele el amor.
Me duele el tiempo, me duele el camino, me duele calor.
Me duele la vida, me duele el alma, me duele todo...

¿Hace cuanto que no me sentía tan dolorosamente sola en el mundo?
¿Hace cuanto que no sentía que al mundo le importaba todo una mierda?
¿Hace cuanto que no sentía que no había nadie mas escuchando lo que decía?
¿Hace cuánto no veía a la gente matándose por comida?
¿Hace cuánto no sentía que nadie me entendía?

Ni siquiera lo intentan, están ahí viéndome sangrar, delante de sus ojos sin que le importe. Sangrando lento y dolorosamente, llorando más por dentro que por fuera. Velando un nuevo pedacito de alma que muere.

Oscuridad, soledad, dolor: golpean mi puerta con aquel código que teníamos, de esos códigos que se supone que tenes con tus amigos. Únicos amigos, los que siempre acuden en estas circunstancias, los únicos.

Estoy muriendo de nuevo más de lo que estoy viviendo.
Lenta, dolorosa y solitariamente.

5 de diciembre de 2013

Declaración de Intereses

Me estoy riendo, es de esas risas que no tienen una pizca de humor, de esas risas que simplemente desgarran el aire como si fueran una daga, de esas risas que parecen largar dolor y amargura y no alegría ¿En verdad pensaste que me importaba alguien más? Cuando digo que él es todo para mi, lo digo en serio. Sin duda puedo preocuparme y ocuparme de la gente, de hecho lo hago; pero si tengo que tomar una decisión entre él y el mundo: él es la única opción para mi. Aunque te duela, aunque me duela, aunque le duela. Aunque este amor sea puro dolor, no importa. 

Me estoy riendo, es de una de esas risas que no guardan sentimientos. Y aunque ahora ambos estemos sangrando, nada importa: ni el dolor, ni vos, ni yo. Cuando digo algo, ese algo es literal. Él es mi vida, es lo único que tengo y es lo único que estoy dispuesta a cuidar. Él vale la pena por encima de todo lo demás. Y puedo cambiar el mundo por él.
Me estoy riendo, es una de esas risas que hacen que mi sangre se espese, y aunque este golpeando en mis venas, no importa...


1 de diciembre de 2013

Sobre Crecer


¿Sabes? Crecer no debería implicar perder la capacidad de divertirte, no debería significar ganar hipocresía y perder ingenuidad. tampoco tendría que conllevar dejar de amar con pasión e incluso dejar de creer en el amor. Madurar no tendría que ser considerado una virtud cuando eso se traduce a volverse aburrido, superficial e insensible, o incluso a que se hayan perdido las esperanzas y la confianza. Ser adulto no debería incluir por definición un ceño fruncido y un tono de voz más grave y monocorde, sumando a la perdida del humor y la ganancia de prejuicios. "Ser Grande" le dicen, cuando se están empequeñeciendo en un ser infeliz que no reconoce su futuro, desaprovecha el presente y lo único que tiene son recuerdos.

10 de agosto de 2013

Ahora sí.




Ya no tenia fuerza para apretar el trapo con el que intentaba detener mi propia hemorragia... pero no sé de lugar recóndito de mi ser broto la energia suficiente para tomar el cuchillo por ultima vez y enterrarselo a ella en el pecho, en el lugar indicado, donde lo habia planeado durante tanto tiempo... energia suficiente que me alcanzo, no solo para apuñalarla una, ni dos, ni tres veces. perdi totalmente la cuenta, perdi la nocion del paso del tiempo y hasta de sentir mi propio cuerpo, como tantas veces me habia pasado...
cuando volvi a estar consciente de todo era de noche y habia mucho ruido a mi alrededor, no alcance a comprender lo que estaba pasando, me hice un bollito en un rincón oscuro de la casa empapada de sangre... y simplemente espere que todos hicieran lo que hacían siempre: pretender que no me veían, pero ahora si estaban muy dispuestos a prestarme atención, ahora si.

4 de junio de 2013

I find our guide


“No espero ni pido que alguien crea en el extraño aunque simple relato que me dispongo a escribir. Loco estaría si lo esperara, cuando mis sentidos rechazan su propia evidencia. Pero no estoy loco y sé muy bien que esto no es un sueño.”
Poe, E. - El Gato Negro

Dicen que esa noche, la lluvia era tan fría que cada gota se sentía en la cara como pequeños trocitos de cristal haciendo pequeños cortes en la piel. Dicen que esa noche, no se podía mover los pies porque los músculos se entumecían por las bajas temperaturas. Dicen que esa noche dolía hasta respirar. No puedo decir que algo de todo esto fuera mentira o verdad, porque sinceramente no pude percibirlo, lo único que sé es que esa noche era tan oscura que me recordó a tu mirada, y que me sentí tan sola que me recordó a tu compañía.

Camine por horas bajo la lluvia recordando la tarde en que me trague mis lágrimas, la última tarde, nuestra última tarde, y doblando una esquina animada por el destino que tanto tiempo dedicamos a maldecir, o quizá llamada por alguna fuerza que sería inútil intentar describir, comencé a escuchar los gritos desgarradores de un viejo amigo, ese viejo amigo que teníamos en común ¿te acordás? Ese viejo amigo que gustaba de estar rodeado de cuervos y gatos, y del cual no nos cansábamos escuchar historias que parecía regalarnos exclusivamente a nosotros dos.

Corrí, corrí no sé cuántos metros, pero corrí lo que los pulmones maltratados me permitieron, corrí tan fuerte como pude para poder encontrarlo a él y a su eterno dolor, y cuando no pude correr más entendí que nunca hizo falta dar ni un paso más del que debí dar, porque nuestro viejo amigo nunca se había ido… Y entonces lo abracé en un rincón, y recordé las veces que él nos abrazaba a nosotros con sus palabras, con sus historias, con sus versos… Él, que siempre pareció conocernos tan profundamente me conto sobre tu dolor y sufrimiento. Él que tiene ese don para que sus palabras te duelan tanto como le duelen a él. Él que nos enseñó a comprender la belleza en lo más cotidiano de la vida, la muerte, en ese pasillo húmedo que descubrí había sido nuestro refugio durante los años principiantes, me mostro el camino para no solo enfrentarme a quien muchos años solo pudimos soñar, sino también invitarle una copa después.

Ésta carta a vos, a ese amigo, y a nuestro eterno dolor.